“La población de Lima llega a las
70,000 almas, compuestas de las siguientes clases y proporciones: como 25,000
españoles; 2,500 monjes, monjas y clero secular; 15,000mulatos; 15,000
esclavos; 7,200 mestizos y 5,000 indios. Los españoles son ahora casi todos
criollos, pues los chapetones (nacidos en España) han salido del país en su
mayoría. Los monjes y religiosas que tanto abundan disminuirán bajo el nuevo
orden de cosas, y no hay duda que los patriotas ya habrán averiguado la
cantidad a que ascienden sus rentas. Han pasado muchos años desde que el Perú
ha importado negros, pues el número que tienen basta para el cultivo de caña de
azúcar, café y cacao, productos que se les encomiendan. En cuanto a las minas,
el trabajo lo hacen los indios, que soportan mejor el frio de las sierras que
el negro, a quien casi no se emplea en ellas.
Algunas haciendas azucareras
cercanas a Lima, trabajan hasta con quinientos negros.
Pero desde la entrada de San
Martin, con su ofrecimiento de liberar a los negros que engrosaran sus filas,
como también de liberar a todos los niños de esa raza que nacieran a partir de
esa fecha, ha disminuido el número de peones negros, y dentro de algunos años,
el negro de pura sangra habrá desaparecido. En aquel tiempo los desmanes
cometidos por los negros en la ciudad eran verdaderamente repugnantes, y en su
mayoría iban dirigidos a sus anteriores
amos. Se les había insinuado las medidas que se iban a tomar a su favor, y por lo
tanto habían planeado cada uno su venganza.
Últimamente
la raza de los indios descendientes de los súbditos del Inca había aumentado en
número. En 1793 había como 3,600 indios en la ciudad, que ahora tienen
alrededor de 5,000. Este aumento se observa en todo el país, pero no se conocen
las causas inmediatas, como no sean la atención que ahora se les presta y la
abolición del trabajo forzado. La mitad, que sumaba como un dólar por hombre
anualmente, pero que a pesar de su insignificancia era difícil de cobrar, fue
mantenida por los españoles hasta lo último. San Martin ha abolido este
impuesto, y ha dictado un nuevo reglamento para mejorar las condiciones de vida
de los indios. Estos son de genio tranquilo, pero de carácter indolente, y de
haber recibido mejor trato de los españoles habrían llegado hacer fieles como
súbditos, como también ciudadanos inteligentes y activos.”
Ø
Pasaje
tomado de la obra del viajero Alexander Caldeleugh, “El Perú en víspera de la
jura de la independencia”. En: Colección Documental de la Independencia del
Perú (CDIP), T. XXVII, Vol. I: Relaciones de viajeros; p. 185. Lima, 1971.